Cómo plantear correctamente el objetivo del TFG

Una de las tareas más complicadas al proponer un TFG es plantear su objetivo. La dificultad deriva de la falta de consenso respecto de lo que se entiende por objetivo de un trabajo de esta naturaleza. En primer lugar se debe distinguir entre dos tipos de objetivo:

  1. La finalidad específica del TFG que se plantea para resolver una problemática concreta aplicando los métodos y herramientas adquiridos durante la formación académica. Por ejemplo, "Desarrollo de una aplicación software para gestionar reservas hoteleras on-line",
  2. El propósito académico que la realización de un TFG tiene en la formación de un graduado. Por ejemplo, la adquisición de competencias específicas de la especialización cursada.

En el ámbito del anteproyecto y la memoria del TFG es fundamental definir el primer tipo de objetivo, justificando el modo en que la consecución del mismo sirve al propósito académico del TFG. Este segundo tipo de objetivo no debe incluirse en el apartado de la memoria destinado a describir el objetivo del TFG. En todo caso puede incluirse su valoración en la sección de resultados y conclusiones de la memoria.

Un objetivo bien planteado para el TFG debe definirse en términos del "producto final" esperado que resuelve el problema en cuestión y debería cumplir los siguientes requisitos:

El objetivo planteado puede pertenecer una de las categorías que se indica a continuación:

  1. Diseño y desarrollo de "artefactos" (habitual en la rama de ingenierías),
  2. Estudio que ofrece información novedosa sobre un tema (usual en las ramas de ciencias y humanidades),
  3. Validación de una hipótesis de partida (propio de los trabajos científicos y menos habitual en el caso de los TFG).

Estas categorías no son excluyentes, de modo que es posible plantear un trabajo cuyo objetivo sea el diseño y desarrollo de un "artefacto" y éste implique un estudio previo o la validación de alguna hipótesis para guiar el proceso. En este caso y cuando el objetivo sea lo suficientemente amplio puede ser conveniente su descomposición en elementos más simples hablando de subobjetivos. Por ejemplo, un programa informático puede descomponerse en módulos o requerir un estudio previo para plantear un nuevo algoritmo que será preciso validar. La descomposición de un objetivo principal en subobjetivos u objetivos secundarios debería ser natural (no forzada), bien justificada y sólo pertinente en los TFG de gran amplitud.

Junto con la definición del objetivo del TFG se puede especificar los requisitos que debe satisfacer la solución aportada. Estos requisitos especifican características que debe poseer la solución y restricciones que acotan su alcance. En el caso de TFG cuyo objetivo es el desarrollo de un "artefacto" los requisitos pueden ser funcionales y no funcionales.

Al redactar el objetivo de un TFG se debe evitar confundir los medios con el fin. Así es habitual encontrarse con objetivos definidos en términos de las acciones (verbos) o tareas que será preciso realizar para llegar al verdadero objetivo. Sin embargo, a la hora de planificar el desarrollo del trabajo si es apropiado descomponer todo el trabajo en hitos y estos en tareas para facilitar dicha planificación.

La categoría del objetivo planteado justifica modificaciones en la organización genérica de la memoria del TFG. Así en el caso de estudios y validación de hipótesis el apartado de resultados y conclusiones debería incluir los resultados de experimentación y los comentarios de cómo dichos resultados validan o refutan la hipótesis planteada.


(by Jesús Salido, Grupo VISILAB-UCLM)